miércoles, 30 de septiembre de 2015

La habitación del genio loco Antonio José Zango Osuna




























En mayo de 1889, Vincent Van Gogh ingresó voluntariamente en el manicomio del Monastère de St-Paul de Mausole, en St-Rémy de Provence, Francia. Durante su confinamiento de un año, una semana y un día, pintó más de ciento cincuenta cuadros, entre los cuales se cuentan muchas de sus obras maestras.

Truman Capote








































(Truman Streckfus Persons; Nueva Orleans, EE UU, 1924-Los Ángeles, 1984) Novelista estadounidense. Pese al carácter profundamente realista de su obra, combinó en sus narraciones el misterio y el refinamiento literario, poniendo de manifiesto las oscuras profundidades psicológicas del sistema norteamericano a través de caracteres inquietantes, como en el caso de A sangre fría (1966), la más famosa de sus novelas.
A los cuatro años sus padres se divorciaron y durante el resto de su niñez vivió la peripecia y la soledad del típico producto de "hogares separados" (inestabilidad o bonanza, traslados entre uno y otro progenitor), todo ello con el horizonte imperturbable de las granjas del Sur profundo y rural. Su madre se volvió a casar con un próspero hombre de negocios apellidado Capote, nombre que adoptó Truman casi de inmediato.
Escritor precoz, desde muy adolescente había comenzado a pergeñar historias para, como él mismo diría, paliar la soledad de su infancia. A los dieciocho años entra a trabajar en el New Yorker y a los veintiuno deja el periódico y publica un relato, Miriam, en la revista Mademoiselle, que atrae la atención de los críticos y es seleccionado para el volumen de cuentos del premio O'Henry de 1946.
Después del galardón y tras haber conseguido que se hablara de su estilo "gótico e introspectivo" y de la influencia de Poe en sus cuentos, Truman Capote escribe, durante dos años, Otras voces, otros ámbitos (1948). Esta novela impresionó más por su abierto planteamiento de las relaciones homosexuales que por sus verdaderos méritos literarios, y por sus reflejos autobiográficos más que por su delicada exposición de las vivencias infantiles: un niño solo, Joel, que busca a su padre en el profundo Sur y termina por elegir a un transvestido como figura paternal. En esta su primera novela, Capote fue comparado con Alain-Fournier, el autor de El gran Meaulnes, por su peculiar objetivación poética del mundo de la infancia, por su atmósfera lírica y por su exaltación de la naturaleza.
Vinieron luego los años de sus viajes y de residencia en Italia, Grecia y España; visitó también la Unión Soviética. Durante la década de los cincuenta publica insuperables entrevistas en Playboy y termina una de sus novelas más deliciosas, Desayuno en Tiffany's (1958). El relato gira en torno a Holly Golightly, una joven sofisticada a quien el supuesto autor del relato (está escrito en primera persona) tuvo por vecina antes de convertirse en escritor famoso. Holly es una muchacha que vive su vida, sin tener en cuenta los convencionalismos sociales y dispuesta a conservar su libertad como sea. Le gusta vivir y vestir bien, para lo cual no tiene inconveniente en aceptar dinero de los hombres; fingiendo ser su prima, visita en la cárcel a un gangster, Sally Tomato, de quien más o menos inconscientemente hace de mensajera, y que le paga por ello 200 dólares cada semana.
En sus "horas negras", el mejor remedio que encuentra Holly "es tomar un taxi e ir a Tiffany's"; el ambiente elegante y la tranquilidad que allí se respira tienen la virtud de calmarla. Así pasa Holly por la vida, sin preocuparse por el pasado ni por el futuro; conservando un fondo de inocencia en medio de su alocada vida, que en muchos ambientes se consideraría reprobable. Al final, su amistad con el gangster le hará tropezar con la justicia y la obligará a abandonar el país, desapareciendo de la vida del autor.
Su interés por el periodismo y su intensa colaboración con la revista New Yorker lo acercaron a la disciplina del reportaje de investigación, lo que dio como fruto su célebre obra A sangre fría (1966), creadora del género de la non-fiction novel, que relata el caso real del asesinato de la familia Cutters, basándose en documentos policiales y el testimonio de los implicados. Por esta novela, junto a Norman Mailer y Tom Wolfe, Capote es considerado uno de los padres del new journalism (nuevo periodismo), que combina la ficción narrativa y el periodismo de reportaje, dentro de una nueva concepción de la relación entre realidad y ficción. La escritura de esta novela le llevó siete largos años y la crítica no tardó en saludarla como la novela más "dura" y significativa de la década de los sesenta.
Minuciosa reconstrucción de un crimen real (el despiadado asesinato de una familia de granjeros de Kansas), A sangre fría llegó a ser, tras su publicación, el mejor exponente de la novela-documento o novela-reportaje, y un claro ejemplo del nuevo género narrativo que diluye los límites del periodismo y la literatura. Para la realización de su novela, Capote llevó a cabo una dilatada investigación de los terribles hechos que relata y realizó numerosas entrevistas, manteniendo un estrecho contacto con los asesinos antes de ser ejecutados. Narrada con detallado realismo y una fría distancia, la novela es en un estudio incisivo de la América de su época que expone el desorden y la violencia que laten bajo una feliz apariencia de progreso y desarrollo.
A principio de los setenta, Capote comenzó a escribir la que sería su obra póstuma e inacabada, Plegarias atendidas. En 1975 publica Música para camaleones, un conjunto de relatos escritos con el magistral estilo de Capote, en los que bucea con implacable lucidez en la poesía y el horror de la vida. Capote, tal vez uno de los mayores narradores del siglo veinte norteamericano, fue un maestro en el arte de la construcción imaginativa (tanto en el relato corto, reportajes o novelas), y sobre todo un poseso de la perfección estilística. Su obra quedará al lado de las ya clásicas de Faulkner, Penn, Welty y McCullers.


martes, 29 de septiembre de 2015

Miguel de Cervantes Saavedra







































(Alcalá de Henares, España, 1547 - Madrid, 1616) Escritor español, autor de Don Quijote de la Mancha (1605 y 1615), obra cumbre de la literatura universal. La inmensa fama de este libro inmortal, que parte de la parodia del género caballeresco para trazar un maravilloso retrato de los ideales y prosaísmos que cohabitan en el espíritu humano, ha hecho olvidar la existencia siempre precaria y azarosa del autor, al que ni siquiera sacó de la estrechez el fulgurante éxito del Quijote, compuesto en los últimos años de su vida.
Cuarto hijo de un modesto médico, Rodrigo de Cervantes, y de Leonor de Cortinas, vivió una infancia marcada por los acuciantes problemas económicos de su familia, que en 1551 se trasladó a Valladolid, a la sazón sede de la corte, en busca de mejor fortuna. Allí inició el joven Miguel sus estudios, probablemente en un colegio de jesuitas.
Cuando en 1561 la corte regresó a Madrid, la familia Cervantes hizo lo propio, siempre a la espera de un cargo lucrativo. La inestabilidad familiar y los vaivenes azarosos de su padre (que en Valladolid fue encarcelado por deudas) determinaron que su formación intelectual, aunque extensa, fuera más bien improvisada. Aun así, parece probable que frecuentara las universidades de Alcalá de Henares y Salamanca, puesto que en sus textos aparecen copiosas descripciones de la picaresca estudiantil de la época.
En 1569 salió de España, probablemente a causa de algún problema con la justicia, y se instaló en Roma, donde ingresó en la milicia, en la compañía de don Diego de Urbina, con la que participó en la batalla de Lepanto (1571). En este combate naval contra los turcos fue herido de un arcabuzazo en la mano izquierda, que le quedó anquilosada.
Cuando regresaba de vuelta a España tras varios años de vida de guarnición en Cerdeña, Lombardía, Nápoles y Sicilia (donde había adquirido un gran conocimiento de la literatura italiana), la nave en que viajaba fue abordada por piratas turcos (1575), que lo apresaron y vendieron como esclavo, junto a su hermano Rodrigo, en Argel. Allí permaneció hasta que, en 1580, un emisario de su familia logró pagar el rescate exigido por sus captores.
Ya en España, tras once años de ausencia, encontró a su familia en una situación aún más penosa, por lo que se dedicó a realizar encargos para la corte durante unos años. En 1584 casó con Catalina Salazar de Palacios, y al año siguiente se publicó su novela pastoril La Galatea. En 1587 aceptó un puesto de comisario real de abastos que, si bien le acarreó más de un problema con los campesinos, le permitió entrar en contacto con el abigarrado y pintoresco mundo del campo que tan bien reflejaría en su obra maestra, el Quijote.
Don Quijote de la Mancha
La primera parte de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha apareció en 1605; el éxito de este libro fue inmediato y considerable, pero no le sirvió para salir de la miseria. Al año siguiente la corte se trasladó de nuevo a Valladolid, y Cervantes con ella, para poder seguir mendigando favores. Mientras los grandes poetas del Siglo de Oro, empezando por Francisco de Quevedo o Luis de Góngora, gozaban de una sólida posición o de la protección de aristócratas, y el mejor dramaturgo de la época, Lope de Vega, podía incluso vivir de su obra, la justa fama que le había dado la difusión del Quijote sólo sirvió a Cervantes para publicar otras obras que ya tenía escritas: los cuentos morales de las Novelas ejemplares, el Viaje del Parnaso y las Comedias y entremeses.
En 1615, meses antes de su muerte, envió a la imprenta el segundo tomo del Quijote, con lo que quedaba completa la obra que lo sitúa como uno de los más grandes escritores de la historia y como el fundador de la novela en el sentido moderno de la palabra. A partir de una sátira corrosiva de las novelas de caballerías, el libro construye un cuadro tragicómico de la vida y explora las profundidades del alma a través de las andanzas de dos personajes arquetípicos y contrapuestos, el iluminado don Quijote y su prosaico escudero Sancho Panza.
Las dos partes del Quijote ofrecen, en cuanto a técnica novelística, notables diferencias. De ambas, la segunda (de la que se publicó en Tarragona una versión apócrifa, conocida como el Quijote de Avellaneda, que Cervantes tuvo tiempo de rechazar y criticar por escrito) es, por muchos motivos, más perfecta que la primera, publicada diez años antes. Su estilo revela mayor cuidado, y el efecto cómico deja de buscarse en lo grotesco y se consigue con recursos más depurados.
Los dos personajes principales adquieren también mayor complejidad, al emprender cada uno de ellos caminos contradictorios, que conducen a don Quijote hacia la cordura y el desengaño, mientras Sancho Panza siente nacer en sí nobles anhelos de generosidad y justicia. Pero la grandeza del Quijote no debe ocultar el valor del resto de la producción literaria de Cervantes, entre la que destaca la novela itinerante Los trabajos de Persiles y Sigismunda, su auténtico testamento literario.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Louis Pasteur







































(Dole, Francia, 1822 - Marnes-la-Coquette, id., 1895) Químico y bacteriólogo francés, fundador de la microbiología y pionero de la medicina moderna. Desde los tiempos de Hipócrates (siglo V a.C.) se habían atribuido las enfermedades a abstractos desequilibrios de los humores internos del cuerpo humano. Hubo que esperar al siglo XIX para que, de la mano de geniales investigadores como Louis Pasteur y Robert Koch, quedase firmemente establecida la teoría del origen microbiano de las enfermedades infecciosas, según la cual éstas son provocadas por gérmenes patógenos ambientales que penetran en el organismo sano; la determinación de las causas concretas y seguras de una amplia gama de afecciones supuso el inicio de la actual medicina científica. Pasteur dio asimismo un impulso decisivo al desarrollo de las vacunas, siendo especialmente recordado por el éxito de su vacuna contra la rabia (1885).
Su padre, que dirigía una pequeña tenería, se había trasladado a Arbois durante la infancia del pequeño Louis, que realizó sus primeros estudios demostrando más vocación por la pintura que por los libros. A pesar de ello, su padre lo obligó a cursar estudios secundarios en el Liceo de Besançon, donde consiguió el título de bachiller en letras en 1840 y en ciencias en 1842. Ese mismo año fue admitido en la Escuela Normal Superior de París, pero con una baja puntuación, que al año siguiente mejoró. Estudió química bajo la dirección de Dumas y Balard, y en 1847 se doctoró en física y química.
Al año siguiente, sus investigaciones sobre el ácido racémico, y a continuación sobre el paratartárico, le llevaron a formular una teoría sobre la disimetría molecular; creía haber descubierto una línea de demarcación entre las sustancias orgánicas elaboradas por seres vivos (con estructura molecular disimétrica) y las preparadas en los laboratorios (con estructura simétrica). Tales estudios han valido a Pasteur la consideración de fundador de la estereoquímica, rama de la química que describe la estructura tridimensional de las moléculas. Hoy sabemos que su concepción era errónea, pero igualmente constituiría el punto de partida para investigaciones de gran trascendencia.
De la fermentación a la generación espontánea
En 1848 fue nombrado profesor de física y química en el Liceo de Dijon, y tres meses después suplente en la cátedra de química de la Universidad de Estrasburgo, cátedra de la que sería titular en 1852, para pasar después (1854-1857) a la Universidad de Lille como profesor de química y decano de la Facultad de Ciencias. Con una orientación principalmente práctica, encaminada a resolver algunas dificultades con que topaban las industrias vinícolas y cerveceras de la región, Louis Pasteur emprendió en Lille sus conocidos estudios sobre la fermentación.
Sus investigaciones le llevaron a corroborar, por un lado, la idea de que las levaduras eran las responsables de la producción de alcohol en la fermentación, y por otro, a descubrir que la producción en el proceso de fermentación de ciertos ácidos y sustancias indeseables (que agriaban el vino o la cerveza) era debida a la acción de microorganismos como las bacterias. Pasteur resolvió el problema con el simple método de someter a altas temperaturas las soluciones azucaradas iniciales; se eliminaba con ello las bacterias, evitando así la acidificación del producto final.
El ilustre científico francés aplicaría este mismo sistema al ámbito de la conservación de los alimentos: calentando la leche a alta temperatura antes de embotellarla, se destruyen las bacterias patógenas que pueda contener y se impide su fermentación sin alterar su estructura ni sus componentes. Este prodecimiento, que hoy llamamos pasteurización, complementó las aportaciones anteriores de Nicolas Appert y favoreció el crecimiento de la industria agroalimentaria.
Mientras tanto, Louis Pasteur había pasado a París como director del departamento de ciencias de la École Normale (1857-1867), y a continuación como titular de la cátedra de química de la Facultad de Ciencias de la Universidad (1867-1875). Allí, en áspera lucha con el biólogo francés Félix Pouchet y los fisiólogos teologizantes, desarrolló su gran batalla contra la generación espontánea. La antigua idea de que algunos seres vivos no derivan de la reproducción de otros, sino que se forman espontáneamente, se basaba en una observación empírica inexacta (de la carne en putrefacción, por ejemplo, surgen larvas de dípteros) y había mantenido su vigencia durante siglos, al ser sostenida por autoridades como Aristóteles. Aunque los experimentos de Francesco Redi (1626-1698) confutaron ese ejemplo en concreto, el posterior descubrimiento de los microorganismos resucitó la polémica.
Las investigaciones sobre la fermentación habían llevado a Pasteur a preguntarse si aquellos microorganismos que intervenían en la misma se formaban de manera espontánea o procedían del entorno. Para resolver la cuestión, ideó un experimento consistente en introducir material nutritivo esterilizado mediante calor en diversos recipientes; todos ellos fueron sellados para impedir la contaminación por el aire local.
Los resultados fueron inequívocos: en los recipientes en los que se introducía aire húmedo se producía una rápida putrefacción de la materia orgánica; en cambio, en los recipientes donde el aire introducido contenía poca humedad, prácticamente no había alteración de la materia original. Pasteur dedujo que el aire está cargado de gérmenes de microorganismos que se desarrollan en contacto con la materia orgánica en las condiciones ambientales adecuadas. La publicación de las conclusiones en 1860 supuso la definitiva liquidación de la teoría de la generación espontánea; en la memoria final de 1861, por otra parte, Pasteur intuyó que los estudios realizados podían "preparar el camino a una seria investigación sobre el origen de las enfermedades".
Mayor gloria habían de darle todavía a Pasteur los trabajos que comenzó en 1865, año en que, habiéndose difundido en los alrededores de Alais una grave enfermedad que destruía los gusanos de seda, fue comisionado por el gobierno para que estudiara la epidemia y buscara sus posibles remedios. Tal enfermedad, llamada pebrina, estaba alcanzando proporciones inusitadas y amenazaba con hundir la rica industria de la seda del sur de Francia.
Pasteur analizó en profundidad el problema y logró determinar que la afección era causada por unos corpúsculos microscópicos (descritos ya por el italiano Cornaglia) que aparecían en la puesta efectuada por las hembras enfermas; seleccionando y criando huevos libres de la plaga, las explotaciones lograron salvarse del desastre. De este modo fue corroborando su intuición de que muchas enfermedades eran debidas a infecciones de microorganismos patógenos, y se encontraba ya en situación de enunciar los principios de la patología microbiana.
La teoría microbiana y las vacunas
Los estudios anteriores, en efecto, sugirieron a Pasteur una analogía entre la enfermedad y la fermentación: del mismo modo que la acción de microorganismos exteriores es la causa, por ejemplo, del deterioro de la leche, esos mismos microorganismos podían invadir un cuerpo sano y causar las afecciones. Llegó así a establecer, como consecuencia de sus trabajos, la llamada teoría microbiana o germinal de las enfermedades, según la cual muchas de éstas se deben a la penetración en un cuerpo sano de microorganismos patógenos. Pese a la incomprensión que suscitó (derivada en cierto modo del sentido común, para el que resulta sorprendente que seres microscópicos puedan matar a otros infinitamente más grandes), los resultados de sus ulteriores investigaciones acabarían avalando su hipótesis.
Entretanto, la guerra civil que se ensañaba en París en 1871 obligó a Pasteur a abandonar la ciudad, pero no detuvo sus estudios. En Clermont-Ferrand, donde se refugió, los cerveceros del lugar le invitaron a proseguir y completar las pesquisas sobre la cerveza. Pacificada la ciudad, regresó a París, donde fue elegido socio de la Academia de Medicina (1873) y se le otorgó una pensión vitalicia (1874, aumentada en 1883); recibió luego la Legión de Honor e ingresó en la Academia Francesa (1881).
Por esos años y ya hasta su fallecimiento, Louis Pasteur orientó su actividad hacia el estudio de las enfermedades contagiosas (partiendo del supuesto de que eran debidas a gérmenes que pasaban de un organismo a otro), logrando no sólo confirmar su teoría, sino también desarrollar la vacunación como método preventivo. Conocida desde antiguo, el mecanismo de la vacunación es simple: estimular el sistema inmunitario exponiéndolo al microorganismo responsable de una determinada enfermedad, a fin de que en el futuro pueda responder de inmediato ante una eventual infección.
Sin embargo, su aplicación práctica hubo de enfrentarse a obstáculos insalvables; al no haber un modo seguro de regular la fuerza infecciosa de los extractos, a menudo se causaba la enfermedad que se pretendía prevenir. Sólo un médico rural inglés, Edward Jenner, había logrado en 1796 una prevención eficaz contra la viruela humana, que consistía en infectar a un individuo sano con la viruela de las vacas. La infección estimulaba las defensas del individuo hasta el punto de inmunizarlo contra la viruela humana; al ser la viruela de las vacas inofensiva en el ser humano, el método no comportaba ningún riesgo.
En 1879, mientras realizaba experimentos con pollos afectados por el cólera de las gallinas, Pasteur advirtió que unos animales infectados con un cultivo conservado en malas condiciones, y por tanto deteriorado, quedaban protegidos frente a la enfermedad; había descubierto que, en determinadas condiciones, los gérmenes resultaban menos patógenos, pero que al inocularlos en un individuo sano daban igualmente lugar a una respuesta defensiva que protegía contra los gérmenes virulentos.
En 1881 inició sus estudios acerca del carbunco, una enfermedad que causaba estragos en el ganado lanar. Pasteur descubrió el bacilo responsable de la enfermedad y llevó a la práctica la idea de inducir una forma leve de la misma en los animales, inoculándoles bacilos debilitados para inmunizarlos contra ataques de variedades más agresivas. Preparó la vacuna y resultó un éxito: todas las ovejas en las que se habían inoculado bacilos débiles resistieron el contagio de los bacilos letales; y todas las no vacunadas perecieron.
La continuación de sus investigaciones le permitió desarrollar la vacuna para prevenir la rabia, una enfermedad contagiosa también llamada hidrofobia en el hombre y contra la que no existía paliativo alguno, resultando casi siempre mortal. Después de largos estudios y experimentos ensayados desde 1880, encontró un método seguro para atenuar el virus: inocular la enfermedad en conejos y, tras su muerte, someter a desecación las médulas de los conejos, de las que podían obtenerse extractos cada vez menos virulentos a medida que avanzaba el tiempo de desecación.
La efectividad de esta vacuna, su última gran aportación en el campo de la ciencia, se probó con éxito el 6 de julio de 1885 en un niño alsaciano de nueve años, Joseph Meister, que había recibido catorce mordeduras de un perro rabioso y que, gracias a un paciente tratamiento de diez días, no llegó a desarrollar la enfermedad. Este éxito espectacular tuvo una gran resonancia, así como consecuencias de orden práctico para Pasteur, quien hasta entonces había trabajado con medios más bien precarios.
El apoyo popular hizo posible la construcción del Instituto Pasteur, fundado en 1888, que gozaría a partir de entonces de un justificado prestigio internacional. Con la salud muy debilitada (venía padeciendo una hemiplejía desde 1868), en 1892 recibió en la Sorbona un solemne homenaje con motivo de su septuagésimo aniversario; tres años después, el insigne científico falleció en Marnes-la-Coquette.



Edwin Powell Hubble








































1953 En Pasadena, EE.UU., fallece Edwin Powell Hubble, astrónomo estadounidense, que demostró la expansión del universo midiendo el desplazamiento al rojo de galaxias distantes. Se le considera padre de la cosmología observacional aunque su influencia en astronomía y astrofísica abarca muchos otros campos.

(Edwin Powell Hubble; Marshfield, EE UU, 1889-San Marino, id., 1956) Astrónomo estadounidense. Aunque se graduó en derecho por la Universidad de Oxford, tras sólo un año como abogado abandonó la práctica legal e ingresó en la Universidad de Chicago para estudiar astronomía, disciplina en la que se doctoró en 1917. Finalizada la Primera Guerra Mundial, entró a trabajar en el observatorio del Monte Wilson, en California.
Entre 1922 y 1924, en base a un concienzudo estudio de cierto tipo de estrellas denominadas cefeidas, estableció la existencia de nebulosas situadas fuera de la Vía Láctea. Estos cuerpos celestes constituirían, según Hubble, galaxias en sí mismas, tesis que de inmediato cambió la noción vigente sobre las auténticas dimensiones del cosmos y abrió el camino a la exploración extragaláctica (esto es, más allá de la Vía Láctea).
Seguidamente afrontó la tarea (1926) de su clasificación en función de su forma, clasificación que continúa vigente hoy día. El estudio pormenorizado de su estructura le permitió realizar otro hallazgo fundamental, a saber, que las nebulosas extragalácticas se alejan de la Vía Láctea y que lo hacen a mayor velocidad cuanto más alejadas se encuentran de ella. Las implicaciones de dicho descubrimiento pronto resultaron evidentes: el universo, durante largo tiempo considerado estático, en realidad estaba en expansión.
En 1929 determinó la existencia de una relación constante entre distancia y velocidad de separación, constante que desde entonces lleva su nombre. Para medir dicha velocidad, se basó en el desplazamiento hacia la región infrarroja de las líneas espectrales de la radiación emitida, fenómeno que se denominó «corrimiento hacia el rojo», y que permitió posteriores evaluaciones de la edad del universo que la situaron en unos 15.000 millones de años. En 1961 se publicó póstumamente el Atlas Hubble de las galaxias, fruto de sus más de treinta años de observaciones.

sábado, 26 de septiembre de 2015

Théodor Géricault








































(Théodor o Théodore Géricault; Ruán, Francia, 1791 - París, 1824) Pintor francés. Fue una figura singular en el panorama de la pintura francesa y un pionero del Romanticismo, ideal que encarnó también en su tumultuosa vida y en su prematura muerte, a los treinta y tres años, a causa de un accidente de equitación.
En 1798 se trasladó con su familia a París, donde se formó artísticamente en los estudios de Vernet y de Pierre Guérin. No obstante, su estilo se debe en buena medida a las copias de obras maestras que realizó en el Louvre y a una estancia en Italia (1816-1817), donde entró en contacto con la obra de Miguel Ángel y con el barroco romano.
La carrera de Géricault como pintor se extiende apenas a lo largo de diez años, pese a lo cual su obra es notable y abundante. En sus primeras realizaciones (La muerte de Hipólito, La captura del caballo salvaje), un planteamiento todavía clásico va acompañado de una materia pictórica rica y pastosa, y de un modelado de las figuras a través de la luz, que son ya rasgos claramente románticos.
En 1819 pintó y expuso en el Salón de aquel año, en París, su pintura más famosa: La balsa de la Medusa, que ganó una medalla y produjo una profunda conmoción por ser antitética de las tendencias clasicistas entonces en boga. El cuadro aludía al naufragio de la Medusa en 1816, un acontecimiento de la época con fuertes connotaciones políticas, tratado con acentos épicos. Tanto por el tema como por el enfoque (la energía y la fuerza pasional son las notas dominantes), el lienzo era de una absoluta novedad y ejerció una influencia duradera.
De 1820 a 1822, Géricault estuvo en el Reino Unido, donde pintó sobre todo carreras de caballos, en respuesta a su gran afición al mundo de la hípica. Hacia 1822-1823 realizó una excepcional serie de retratos de enfermos mentales, como preparación para una obra que no llegó a ejecutar; son retratos de sorprendente esencialidad y de un realismo crudo, connatural este último a su estilo. Fue amigo de Eugène Delacroix, su principal epígono y continuador artístico.









































viernes, 25 de septiembre de 2015

"Argentina, Imagina un País que lo Tiene Todo"




Mirá el spot Argentino premiado Internacionalmente que tiene a las Cataratas del Iguazú como primer destino. "Argentina, Imagina un País que lo Tiene Todo". El spot fue creado por el Instituto Nacional de Promoción Turística con el objetivo de dar a conocer en el mundo de una manera novedosa ya atractiva los destinos turísticos argentinos

martes, 22 de septiembre de 2015

Bobby McFerrin































Bobby McFerrin (Manhattan, 11 de marzo de 1950) es un cantante a capella y director de orquesta estadounidense, muy influenciado por el jazz. Es el hijo del renombrado barítono solista Robert McFerrin. Su canción «Don't Worry, Be Happy», aparecida en la banda sonora de la película de 1988 Cocktail protagonizada por Tom Cruise, fue el éxito número 1 en las listas de Estados Unidos. También ha colaborado con solistas como los pianistas de jazz Chick Corea y Herbie Hancock y el violonchelista Yo-Yo Ma y con la Saint Paul Chamber Orchestra. Es conocido por tener un gran rango vocal de cuatro octavas y por su habilidad para usar su voz para crear efectos de sonido, como su recreación de un bajo sobresaturado (con overdrive), que logra cantando y golpeando suavemente su pecho.
En 1987, cantó el tema principal de la serie de televisión The Cosby Show y de algunos comerciales de la televisión estadounidense. En 1993, cantó el tema de la Pantera Rosa en El hijo de la Pantera Rosa, original de Henry Mancini.
Robert Keith "Bobby" McFerrin, Jr. (born March 11, 1950) is an American vocalist and conductor. He is best known for his 1988 hit song "Don't Worry, Be Happy". He is a ten-time Grammy Award winner, who is known for his unique vocal techniques, such as singing fluidly but with quick and considerable jumps in pitch—for example, sustaining a melody while also rapidly alternating with arpeggios and harmonies—as well as scat singing, polyphonic overtone singing, vocal basslines, and improvisational vocal percussion. He is widely known for performing and recording regularly as an unaccompanied solo vocal artist. He has frequently collaborated with other artists, from both the jazz and classical scenes.
McFerrin's song "Don't Worry, Be Happy" was a No. 1 U.S. pop hit in 1988 and won Song of the Year and Record of the Year honors at the 1989 Grammy Awards. McFerrin has also worked in collaboration with instrumentalists, including pianists Chick Corea, Herbie Hancock, and Joe Zawinul, drummer Tony Williams, and cellist Yo-Yo Ma.



Puntos de Fuga




Una clase de como diseño un borrador de una metrópolis utilizando una perspectiva con 3 puntos de fuga.

lunes, 21 de septiembre de 2015

CANTEMOS LA NAVIDAD PRESENTA: CONCIERTO POR LA PAZ






Cristián Hernández Larguía es un destacado músico argentino, nacido en la ciudad de Rosario (Argentina) el 6 de octubre de 1921. Hijo del prestigioso arquitecto rosarino Hilarión Hernández Larguía (Buenos Aires,1892 - Rosario, 1978) y Lucía Correa Morales, y hermano del filósofo, historiador y también arquitecto (profesor de Historia de la Arquitectura de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la UNR) Iván Hernández Larguía.
Es socio fundador del Coro Estable de Rosario, y desde 1946 es su director titular. Estando al frente de esta institución obtiene en 1957 y 1980 los primeros premios en concursos corales abiertos a escala nacional.
En 1981 obtiene en el concurso polifónico internacional de Arezzo (Italia) 6 premios.
En el año 1962 funda el Conjunto Pro Música de Rosario, el cual dirige artísticamente hasta la actualidad. En 1967 obtienen el 1º premio en el citado concurso de Arezzo. De ese grupo musical surgieron músicos destacados como José Luis Bollea(autor de "La Forestal") y el luthier Carlos López Puccio.
Hincha confeso de Rosario Central,se ha desempeñado como Profesor en las cátedras de Dirección Coral, Coro, Acústica, e Introducción a la musicología, en la Universidad Nacional de Rosario y en la Universidad Nacional del Litoral.
Recibió el Premio Konex de Platino en 1989 como el más importante director de coro en la Argentina. Es miembro de la Academia Nacional de Bellas Artes y actualmente vive en la zona macrocéntrica de la ciudad de Rosario.
Creador y Director General Artístico del Conjunto Promusica de Rosario desde su fundación en 1962
"su dirección fue, en verdad, la de un virtuoso" (The Washington Post)
"saca música de su Conjunto con la naturalidad y persuasión de un Barbirolli" ("The Evening Star", Washington)
"un auténtico maestro entre los maestros dedicados al género" ("El Universal", Caracas)
"Cristián Hernández Larguía, un excepcional músico argentino que, merced a su persistente actividad como docente y director de coros, ha convertido a la ciudad de Rosario en foco de irradiación cultural". (Martin Müller, "La Nación", Buenos Aires)
“Y también estuvieron los verdaderos artistas. Aquéllos que se pusieron al servicio de la música y de sus compositores. Hay unos cuantos nombres a nivel mundial a quienes yo pienso que se puede conferir este crédito. Pero no muchos, sólo un puñado. Y nosotros tuvimos a Cristián.” (Carlos López Puccio, Anuario CPMR, 2002)


21 de Septiembre se festeja el día del estudiante, el día de la primavera y el DÍA DEL ARTISTA PLASTICO



























EL día 21 de Septiembre se festeja el día del estudiante, el día de la primavera y el DÍA DEL ARTISTA PLASTICO por una simple razón, todas estas fechas representan un festejo a la creatividad, el desarrollo y la innovación.
Muchos de los que entrábamos a Bellas Artes hace casi cuarenta años lo hacíamos con la intención de estudiar arte o, especialmente, dibujo y pintura, y no tanto con el deseo de convertirnos en artistas, aunque en nuestra vocación hubiera ya algo de ese espejismo, alentado por profesores que, de buena fe, se mostraban más cercanos a concepciones tradicionales que a algún abordaje más materialista.
Hoy, en plena época de revisión y trastocamiento absoluto de todos los estatutos del arte, la categoría de "artista", no obstante, permanece allí, incólume, disimulada o indisimuladamente solemne aun en el contexto de la mayor secularidad, con su carga de trascendencia. Todavía, quienes creen saberse no artistas contemplan a los que sí presuntamente lo son con explícita o tímida reverencia, e incluso habrá quien -en su rol de especialista o teórico entrenado en el más puro recelo frente a toda concepción decimonónica de la palabra, refractario a ideas popularmente tan arraigadas como las de genio, artista torturado o creador excéntrico, liberado de la fascinación de la expresividad, la subjetividad o la iluminación- crea detectar en el artista una esencia singular, una plusvalía que exceda la mera definición técnica o sociológica.
A la vez, además de pobres e inmigrantes perseguidos, lo que más parece haber crecido en el Producto Bruto Mundial no son tanto las obras de arte sino los artistas, probablemente debido a las extraordinarias facilidades tecnológicas al alcance de cualquiera y, consecuentemente, a la multiplicación exponencial de instancias críticas y fenómenos que legitiman todo tipo de experimentos con nuevas normas de institucionalidad y legibilidad estética. Y además porque los artistas, verdaderos o falsos, han asumido con notable ductilidad mediática la necesidad de disimular el oropel. No basta con ser artista, también hay que no parecerlo.
Los que siempre han pensado que, en cualquier momento de la historia, ser artista es, apenas, o nada menos que un oficio, algo tan anónimo y específico como ser tornero o buzo táctico, perciben que esta conciliación equiparadora de la experiencia que propone, o evoca, una suerte de generalizada artisticidad democrática es un esfuerzo inútil, un acto anacrónico. Hoy por hoy, el mundo y el arte se parecen cada vez más, y en consecuencia ya casi no habría por qué insistir en limar la diferencia entre artistas y "civiles".
Sin embargo, como ya se dijo, la noción de jerarquía artística persiste, y ser artista también es actuar como artista. Y no meramente ante las exigencias de la escena pública, donde muchas veces la construcción del artista-personaje es más importante que la obra, cuando no la obra misma, sino en el ámbito del estudio; allí, el espejo puede eventualmente devolvernos nuestra propia imagen de artista-simulacro. Pero un buen día eso se cae y, en forma fugaz, vemos el rostro desnudo de nuestra capacidad "artística", para quien quiera llamarla así; una repentina crisis de conciencia entre la pretensión y las limitaciones, entre la aptitud constructiva y la impotencia y la mudez.
Se trata apenas de un instante desinteresado en medio de una práctica que puede ser significativa o inmediatamente prosaica, donde los materiales y las ocurrencias, las herramientas y los proyectos dejan en ridículo todo rótulo social o proyección imaginaria que se traduzca en términos de carrera, mercado o reconocimiento, y donde ser artista es cualquier cosa menos eso que creíamos que era.
Autor: Eduardo Stupía

sábado, 19 de septiembre de 2015

lunes, 14 de septiembre de 2015

Parque La Chacra Carhué - Claudio Tomassini Fotografía
















































Carhué es una ciudad de la Provincia de Buenos Aires,República Argentina, cabecera del partido de Adolfo Alsina. Cuenta con unos 10.000 habitantes y está ubicada en la orilla SE del lago Epecuén (famoso por sus propiedades curativas) y cerca del arroyo Pigüé, en una zona geográficamente aluvional lo que determinó parte de su historia reciente.
Su nombre, de origen mapuche, significa "lugar verde" y proviene de las palabras del mapudungun carre (verde) y hue (lugar).

Durante la Presidencia de Nicolás Avellaneda, el Ministro de Guerra y Marina Dr. Adolfo Alsina diseña un plan de ocupación y avance sobre el territorio aborigen, que incluía a Carhué como bastión mapuche. El plan de avance de la frontera interna consistía en ocupar los cinco lugares más importantes para el sistema económico aborigen. Italó (Sur de Córdoba), Trenque Lauquen, Guaminí, Carhué y Puan en la provincia de Buenos Aires. Una vez arribadas, las Divisiones debían construir un fuerte y los fortines necesarios para defender la posición. El plan también establecía la construcción de un foso, que la historia llamó La Zanja de Alsina, y que debía contener los arreos de ganado. Carhué fue el lugar de mayor avanzada en la frontera de 1876 dado su estratégico emplazamiento. El jefe de la División Sud, Tte. Coronel Nicolás Levalle, lo ocupa el 23 de abril de 1876 y meses más tarde, el 21 de enero de 1877, funda oficialmente el Pueblo de Adolfo Alsina, en homenaje a su jefe y amigo. En 1949 se lo declara ciudad y se le devuelve su nombre ancestral: "Carhué".
Su nombre, de origen mapuche, significa "lugar verde" y proviene de las palabras del mapudungun carre (verde) y hue (lugar).

Su acontecimiento histórico más significativo es, sin lugar a dudas, la "Inundación de Epecuén" ocurrida el 10 de noviembre de 1985. Marca en su cronología un "antes" y un "después" incuestionables, y con la "Emergencia Hídrica de 92/93" y la "Emergencia Hídrica de 2001" conforman "tres erupciones de un mismo y gigantesco volcán".