martes, 27 de agosto de 2013

Tiziano Vecellio































(Pieve di Cadore, actual Italia, h. 1490-Venecia, 1576) Pintor italiano. Aunque Tiziano alimentó durante los últimos años de su vida la idea de que había nacido en 1475, para hacer creer que era un anciano venerable e inspirar respeto y compasión, la crítica moderna ha establecido casi con total seguridad que nació en 1490 y que murió a una edad más que respetable, con ochenta y seis años. Recibió su primera formación en el taller de Giovanni Bellini, del que salió a los dieciocho años para integrarse en la escuela de Giorgione.

La concepción poética de la pintura de éste dejó una profunda huella en Tiziano, como resulta evidente en todas sus obras de juventud, y muy especialmente en la enigmática alegoría Amor sagrado y amor profano, lienzo con el que se consagra ya como un maestro del desnudo femenino, además de manifestar un talento natural en la plasmación del paisaje. Con anterioridad había colaborado con Giorgione en la realización de los frescos de la fachada del Fondaco dei Tedeschi y había realizado en Padua los Milagros de san Antonio para la Scuola del Santo. No tardó en convertirse en el artista más importante de Venecia y fue nombrado, en consecuencia, pintor oficial de la República.

Aunque sus obras más conocidas y admiradas en el presente son las de tema alegórico y mitológico, el artista comenzó la parte más brillante de su carrera con una serie de retablos de colores fuertes y contrastados y figuras poderosas, como La Asunción o el Retablo Pesaro para Santa Maria dei Frari. Son obras de composición enérgica que muestran una gran vitalidad. Los mismos esquemas dinámicos se repiten en las obras mitológicas de este período, como La bacanal o Baco y Ariadna. Por entonces, Tiziano se reveló también como un gran retratista, con obras como el llamado Ariosto, en las que establece un esquema nuevo: el protagonista aparece reproducido de medio cuerpo, con las manos visibles y unos rasgos reales pero idealizados, captados en ocasiones por medio de un golpe de intuición.

Hacia 1530, perdió a su esposa, y seguramente como consecuencia del impacto emocional que ello le causó, su estilo pictórico evolucionó hacia composiciones menos dinámicas, más pausadas, y hacia colores mucho más claros y complementarios en lugar de contrastados. Por entonces, la fama del pintor llegaba a todas las cortes europeas, lo que le permitió recibir encargos de Carlos I de España y Francisco I de Francia, monarcas a los que retrató en obras magistrales. Después del primer retrato de Carlos I, el emperador quedó tan entusiasmado con el arte de Tiziano que lo nombró pintor de la corte. También los príncipes italianos solicitaron sus servicios, y así para el duque de Urbino pintó la famosa Venus de Urbino, de una sensualidad nueva en el arte del Renacimiento.

En 1545-1546, Tiziano, que sólo había abandonado Venecia en 1511 para trabajar en Padua, realizó un viaje a Roma, que supuso el punto de partida hacia un nuevo tratamiento del color a base de pinceladas largas y atrevidas, y de manchas y toques que deshacen las formas y dan una apariencia ligera y agradable a las pinturas, lo cual esconde el gran trabajo subyacente. Entre 1548 y 1562 fue reclamado por Carlos I y luego por su hijo Felipe II, para quien, además de retratos, realizó una serie de cuadros de tema mitológico denominados por el propio pintor «poesías» por su carácter idílico y distante.

Su última obra documentada es la Piedad de Venecia, que presenta ciertas afinidades con el manierismo. La grandeza de Tiziano como pintor, su fama de artista inimitable y la gran influencia que ejerció sobre sus coetáneos y sucesores contrastan con su carácter de hombre avaricioso, que siempre se quejaba de ser pobre pese a las grandes riquezas que había acumulado, y que se servía en ocasiones del engaño para obtener ventajas.

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