Toni Zenet es un hombre de
costumbres. Todos los días lee el periódico y se toma una cervecita como
apetitivo antes del almuerzo. En el mismo sitio y a la misma hora. “Y si no
tengo esa continuidad me jode y me fastidia”, asegura. “En ese sentido soy como
Woody Allen… A veces me han puesto entrevistas de trabajo a esa hora y he pedido
que me las cambien”.
Zenet es también un hombre inquieto.
Actor y músico, este malagueño de 41 años domina la expresión corporal. Habla
deprisa, gesticula, mira a los ojos… Sabe lo que hace. De cerca se hace difícil
olvidar su papel como joven Picasso en la serie de televisión de principio de
los noventa. Pero Toni guarda muchas más sorpresas. La última es su primer
trabajo en solitario llamado los Mares de China, que tienes en las manos. En
los 20 años que separan las dos cosas ha hecho de todo. Además de sus trabajos
en el cine, de los que luego daremos cuenta, Zenet ha recorrido España como
vendedor en puestos de artesanía medieval, ha sido animador en barcos, también
camarero, peón de albañil y pintor de brocha gorda. Ha hecho anuncios con
Ronaldo, ha visitado algún sex shop con el genio y fetichista de pro Luís
García Berlanga, ha vendido enciclopedias y ha sentido el abrazo de un oso asturiano
mientras rodaba documentales de naturaleza.
Para entender cada una de estas
vidas hay que viajar al Pedregalejo de Málaga, un barrio a medio camino entre
pueblo de pescadores y zona colonial. Allí, a principio de los setenta su padre,
un constructor con alma de humanista, organizaba reuniones con artistas y
juergas flamencas donde, a veces, se arrancaba a cantar su madre, un ama de
casa luchadora, de quien Zenet ha heredado su tesitura de voz. El pequeño Toni
tenía la sana costumbre de quedarse dormido en medio de ese inspirador jaleo.
En esta casa sonaba flamenco, pero también Silvio Rodríguez, Atahualpa
Yupanqui, los Beatles y los Stones.
Los intentos de su familia para convertirlo en
un decente banquero o cadete de la marina fueron inútiles. Muy joven entró en
la Escuela Superior de Málaga para estudiar arte dramático. Entre clase y clase
se contaban historias de los antiguos alumnos: María Barranco había terminado
un año antes y Antonio Banderas, tres. “Yo tenía cualidades para la expresión corporal”,
recuerda Toni que mezcla su acento sureño con dejes de Madrid, donde vive hace
casi 20 años. Por eso tras finalizar los estudios montó un grupo mimo, llamado
Delirious, con el que actuar en teatros y cafés. También viaja a Mallorca donde
desarrolla su trayectoria en el Music Hall. Casinos, hoteles… allí trabaja un
mimo llamado Toni Zenet que nunca abandona su pasión por la música, sellada a
fuego desde la infancia.
“Siempre he tenido rato para estar con un
amigo y una guitarra hasta las cinco de la mañana”, dice. Decente banquero o
cadete de la marina fueron inútiles. Muy joven entró en la Escuela Superior de
Málaga para estudiar arte dramático. Entre clase y clase se contaban historias
de los antiguos alumnos: María Barranco había terminado un año antes y Antonio Banderas,
tres. “Yo tenía cualidades para la expresión corporal”, recuerda Toni que
mezcla su acento sureño con dejes de Madrid, donde vive hace casi 20 años. Por
eso tras finalizar los estudios montó un grupo mimo, llamado Delirious, con el
que actuar en teatros y cafés. También viaja a Mallorca donde desarrolla su
trayectoria en el Music Hall. Casinos, hoteles… allí trabaja un mimo llamado
Toni Zenet que nunca abandona su pasión por la música, sellada a fuego desde la
infancia. “Siempre he tenido rato para estar con un amigo y una guitarra hasta
las cinco de la mañana”, dice.
Con 19 años llega a Madrid con la
idea de buscar el papel de su vida. Conoce al director Juan Antonio Bardem y lo
encuentra. Toni da vida entonces a Picasso en la serie El joven Picasso, una
serie de televisión producida por la red de cadenas autonómicas, con gran
éxito. “Fue una gran responsabilidad”, añade. “Siempre he intentado ser un tío
pragmático, pero aquello me dio falsas esperanzas. Era muy joven y con esa edad
te crees que está todo solucionado”. Evidentemente no lo estaba porque en esta
carrera de fondo llamada arte, hay momentos malos y momentos buenos.
Y en su caso, ha habido de ambos. Tras el
papel de Picasso Toni trabaja en muchos papeles de reparto. En el cine (Morirás
en Chafarinas -1995-, La Ley de la Frontera –1995-, Mensaka-1998-, Camarón
–2005-o El camino de los Ingleses –2006-). También en televisión (Hospital
central, Blasco Ibáñez, El comisario o La forja de un rebelde). Resulta curioso
que su primer premio en interpretación no llegase hasta el año pasado con un cortometraje
llamado La bolita.
Entre medias había que ganarse la
vida. Toni trabaja como profesor de teatro, regidor, ayudante de dirección,
entrenador de actores y sonidista en publicidad con deportistas como Ronaldo.
Pero también en trabajos para vivir: animador en barcos, camarero, peón de
albañil, vendedor en puestos de artesanía medieval (“donde he dormido debajo
del puesto, y alguna vez me han intentado robar”), pintor de brocha gorda,
montador de exposiciones, ayudante en documentales de naturaleza. También
vendedor de filtros de agua, teléfonos y enciclopedias de puerta en puerta. “El
mundo de la venta siempre me ha parecido brutal. Sentía que engañaba a la
gente. He llegado a vender una enciclopedia a gente que no podía permitírselo”.
Su ética le susurró al oído que dejase la venta pero aquello dejó, además de algún
que otro amor furtivo, cientos de anécdotas curiosas como la de una padre que,
ante sus dotes de convicción, quiso contratarlo como “tutor de la vida” de su
hijo. “Me pagaba mucho dinero, pero le dije que no”.
Hace mucho que firmó su primer
contrato, menor de edad, para trabajar en el mítico ballet Zoom, de Valerio
Lazarov. Ahora pinta, escribe (va a publicar un libro de poemas), pero lo que
tienes en las manos es su mejor obra. Sin duda.
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