El Japonés Masanori Takashi, conocido de forma internacional por su nombre artístico Kitaro, nació en 1953 en una zona agrícola Japonesa. Sus padres eran campesinos y ese era el modo de sustento de la familia. En contacto con la naturaleza desde su niñez, Kitaro adquirió pronto una sensibilidad ecologista. Atraído por la música clásica y el rock, la guitarra eléctrica fue el instrumento con el que empezó como músico. Su aprendizaje en el campo musical fue autodidacta.
En su época de estudiante formo un grupo llamado Albatross, con el que toco canciones cuyas letras, escritas por el, reflejaban de forma clara sus inquietudes ecologistas y filosóficas. A principios de los 70, incorporando los teclados a su talento interpretativo, paso a un nivel mas profesional al formar parte de la banda de rock sinfónico Far East Family Band. En el grupo solían producirse deserciones de miembros, circunstancia que les dejaba sin el interprete de un determinado instrumento durante algún tiempo. Ello propicio que Kitaro, capacitado con un obvio talento de multi-instrumentista, fuese aprendiendo a tocar cada uno de ellos. De esa forma, llegaría a ser no solo teclista y guitarrista, sino un magnifico percursionista e interprete de instrumentos como por ejemplo la armónica, con la cual algunos de sus solos en conciertos impresionaban a la audiencia.
En 1972, la Far East Family Band viajo a Europa. Durante una sesión de grabación, Kitaro se encuentra con Klaus Schulze. El contacto con el le causo una profunda impresión, se sintió fascinado por el carácter de su música, y procuro pasar el mayor tiempo posible junto a el para aprender acerca de las posibilidades musicales de los sintetizadores. Cuando regreso a Japón, Kitaro ya sabia que es lo que andaba buscando para poder avanzar en su carrera artística. Dejo de interesarse por otros tipos de música y se concentro en plasmar sus ideas mas personales mediante los sintetizadores. Durante algún tiempo, estas tuvieron su cauce de expresión en la actividad de su grupo.
El año 1974 les trajo un gran éxito en Japón con Theory of hollow, propagándose también un poco a Estados Unidos y Gran Bretaña. El propio Schulze se intereso por la banda, ocupándose de la post-producción y las mezclas de su álbum Nipponjin en 1975. Revelado el grupo como una especie de Pink Floyd japonés, las ideas de Kitaro iban sin embargo mucho mas lejos.
El sintesista atravesó una intensa fase de búsqueda de su camino tanto artístico como personal, que estuvo marcada por un fuerte componente místico. Atraído por el budismo zen y por la religión sintoísta, entre diversas filosofías, su peregrinaje le llevo a la India y al Nepal. Después se alejo de toda aglomeración urbana, instalándose en un pueblo de pescadores.
Entretanto, sus ideas musicales habían tomado forma, y grabo su álbum Ten Kai, que fue publicado en 1978. A principios del año siguiente le siguió Daichi. Oasis, lanzado a finales de 1979, tuvo una difusión mucho mas internacional, descubriendo a Kitaro como un nombre que se debía tener en cuenta. Fue sin embargo en los años 80 cuando el artista se consagro como estrella. El primer éxito que le catapulto a la fama fue su banda sonora para la serie documental La ruta de la seda. Su excelente e imaginativa música despertó tanto interés que se publico en varios discos aparecidos a partir de 1980. Se hizo incluso una versión orquestal.
Kitaro empezó a realizar giras, en tanto seguía preparando nuevos trabajos. A todo ello se le unían varios albunes recogiendo sus conciertos, algunas bandas sonoras, y recopilaciones de temas. En solo tres años, de 1980 a 1983, publico una quincena de discos. A esas alturas ya había saltado a la prensa internacional, incluyendo la norteamericana. Se le consideraba un artista revelación, un genio de los sintetizadores capaz de desbancar a todos los occidentales que hasta entonces habían monopolizado la Música Cósmica.
A finales de los 80, con apenas 10 años de carrera en solitario, ya era una estrella y un baluarte de New Age, con millones de discos vendidos en todo el mundo, y diversas distinciones o nominaciones en la categoría New Age, incluyendo los Grammy.
En sus primeras obras, Kitaro se había orientado con preferencia hacia los planteamientos de la Música Planeadora, empleando sintetizadores y secuenciadores para forjar piezas de clara identidad electrónica, con exóticos sonidos, y radicales construcciones rítmico-melódicas.
También se apreciaba una fuerte herencia de la música tradicional Japonesa y de variadas influencias orientales, entre ellas la hindú. Algunas de sus canciones de esa época constituyeron impactantes sorpresas en Occidente, al estar acostumbrado el publico de aquí a relacionar lo electrónico con lo occidental, y encontrarse con sofisticada música electrónica de clara estructura oriental.
Después, su estilo cambio un poco, al abandonar la faceta mas surrealista, así como casi todo su badaje oriental y concentrarse en varios frentes mas asequibles a un publico amplio, con un enfoque occidental. Por un lado, ha continuado incorporando en sus albunes piezas de corte cósmico, aunque elaboradas de un modo mas sutil, sin recurrir a efectos sonoros complejos. Ha recuperado un poco su herencia rock, proyectándola en mayor o menor medida sobre algunas de sus canciones; de ellas las hay que muestran solo un leve toque mientras que otras podrían definirse como baladas rock. Sus raíces japonesas las ha introducido con el uso de algunos instrumentos tradicionales, en especial la percusión. Y sobre todo, se ha reafirmado como autor de piezas con fuerte talante romántico. Esta ultima faceta ha sido quizá la que mas hizo crecer su éxito durante los años 80, situándole en los 90 como un músico que ha transcendido a su propia etiqueta New Age, brillando con luz propia en el panorama discográfico general.
En los últimos años se ha incrementado su actividad componiendo bandas sonoras para películas como Shangai 1920, o Heaven and Earth de Oliver Stone, por cuya música Kitaro recibió el Golden Globe Award en 1993. Ademas de esto, música de sus albunes han sido utilizadas para otras producciones, incluyendo anuncios televisivos bien conocidos referentes a cuestiones humanitarias.
Kitaro ha demostrado un gran talento al conseguir que los sintetizadores adquieran en sus composiciones una calidad inusitada, y no mediante el recurso fácil y poco efectivo de limitarlos a la imitación de instrumentos acústicos, sino gracias a explotar su propia personalidad y potenciar su talante sonoro mas etéreo, celestial. Kitaro ha llegado incluso a identificarse con determinados sonidos electrónicos hasta el punto de adoptarlos como la voz solista que interpreta las melodías en muchas de sus canciones, siendo por ello posible reconocer una canción suya por ese rasgo. El mayor logro de este artista en el terreno electrónico ha sido conseguir que el publico se emocione ante un solo de sintetizador igual que lo haría ante un solo de violín. En ese sentido, ha hecho una aportación parecida a la de Vangelis. Al principio de su carrera, Kitaro fue definido como " el Vangelis oriental " debido a su maestría para crear música cálida con unos instrumentos, los sintetizadores, que tenían fama de fríos. Sin embargo, no hubo de pasar mucho tiempo para que resultase obvio que los estilos de ambos músicos van por caminos muy distintos, aunque puedan tener ciertos puntos de contacto. Kitaro suele sonar mas romántico, sentimental, sensual. Vangelis, aunque a veces suene así, tiende a abarcar un espectro mayor de emociones sonoras, y resulta mucho mas épico, enérgico. En resumidas cuentas, aunque ambos artistas presenten bastantes rasgos comunes en su música, Kitaro no tiene nada en que imitar a Vangelis pues ha creado su propio e inconfundible estilo.
Desde fines de los 80, y en especial durante los 90, Kitaro ha dado una mayor dimensión clasicista a su música, incorporando instrumentos de orquesta sinfónica en sus temas, logrando así un aire mas universal. Con ello también ha roto el cliché de que un músico oriental no puede, o al menos le es dificultoso, componer música de acuerdo a los patrones occidentales clásicos. En su nueva etapa, Kitaro suena grandioso, exuberante, con una gran riqueza de matices, haciendo alarde de su plena capacidad para aprovechar todas las posibilidades de una orquesta sinfónica. Rompiendo barreras geográficas, el artista demuestra que la música es un lenguaje universal.
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