sábado, 14 de septiembre de 2013

Ezequiel Martínez Estrada























Ezequiel Martínez Estrada nace el 14 de septiembre de l895 en San José de la Esquina, un pueblo de la provincia de Santa Fe, Argentina. Siendo niño su familia se traslada a Goyena, pueblo ubicado al sur de la provincia de Buenos Aires, donde su padre abre un almacén de ramos generales. Tenía dos hermanos, Carlos y Emilio, siendo él el mayor de los tres. En la “Carta” autobiográfica que en l945 le dirige a Victoria Ocampo, le dice que hasta los 12 años vivió en pueblos de provincia de los que guarda recuerdos llenos de “acontecimientos prodigiosos”. Será en Goyena, precisamente, donde ha de comprar en l937 un campo con el dinero que recibe en uno de sus premios de literatura.

Don Ezequiel, como muchos lo llamaban, es un hombre púdico y poco dado a las confesiones. Fuera de la “Carta a Victoria Ocampo”, no ha dejado ninguna autobiografía en sentido estricto y, en consecuencia, poco se sabe de su infancia y adolescencia, de sus hermanos ni de sus padres. Hacia l907, año en que sus padres se separan, Martínez Estrada viaja a Buenos Aires, donde vive son su tía Elisa y estudia en el Colegio Avellanda. Pareciera que debido a la precaria situación económica de la familia, Martínez Estrada se ve obligado a abandonar sus estudios y empezar a trabajar. En l914 lo encontramos trabajando en el Correo Central de Buenos Aires, donde permanecerá hasta que se jubile en l946.

Fuera de algunos ensayos breves que publica entre l917 y 1919 en las revistas Nosotros y Atenea, Martínez Estrada inicia su carrera literaria como poeta. Entre l918 y 1929 publica seis volúmenes de poesía, en los que es evidente la influencia de Edgar Allan Poe, de Rubén Darío y, particularmente, de Leopoldo Lugones.

En l921 contrae matrimonio con la pintora y escultora Agustina Morriconi, con quien compartirá el resto de su vida. Ella inspirará muchos de sus poemas, y ella lo acompañará en todos sus viajes y las largas estadías fuera del país.

Entre l924 y l945, año de la llegada de Juan Domingo Perón y Eva Perón al poder, enseña literatura en el Colegio Nacional de la Universidad Nacional de La Plata. Fruto de estas clases es su libro Panorama de las literaturas, publicado en l946.

Aunque Martínez Estrada ha de escribir poesía a lo largo de su vida —Poesía, compilación de l947, Coplas del ciego y Otras coplas del ciego, de l959, y “Tres poemas del anochecer”, de l964— con la publicación de Radiografía de la pampa en l933, se cierra una primera etapa de su vida dedicada a las letras. Este largo ensayo, posiblemente el más conocido de este autor, es uno de los primeros experimentos serios de hacer psicología social en América Latina. Radiografía de la pampa es, sin duda, también una respuesta al golpe militar de Uriburu en l930, situación que lo estimula a examinar la historia nacional para traer a luz la auténtica y problemática realidad que vive su país. A esta obra le siguen una serie de trabajos histórico-sociológicos —La cabeza de Goliath (l940), Sarmiento (l946), Los invariantes históricos en el Facundo (l947), Muerte y transfiguración de Martín Fierro (l948)— que continúan su apasionado examen de la realidad social, política y cultural de la Argentina, país con el que ha de mantener una ambivalente y simbiótica relación.

Estos años, entre l933 y l959, son de intensa actividad literaria y académica, de viajes y conferencias, y numerosos escritos polémicos. En l933 Martínez Estrada recibe el Premio Nacional de Literatura por su obra poética, en l937; el Premio Nacional de Letras por Radiografía de la pampa; el Gran Premio de Honor de la S. A. D. E. (Sociedad Argentina de Escritores) en l948, y en l949 esta sociedad lo propone como candidato al Premio Nobel por su contribución a las letras. De l933 a l934, y de l942 a l946 preside la S. A. D. E., y en l957 es presidente de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Entre los viajes que realiza durante estos años, cabe mencionar el que hace a los Estados Unidos invitado por el Departamento de Estado entre julio y septiembre de l942. Su diario de viaje no se publicará hasta mucho más tarde, cuando con el título de Panorama de los Estados Unidos se edite en Buenos Aires en l985. Este libro y su ensayo “Juicio sintético sobre los Estados Unidos” (en Libertad creadora, l943) han de ser algunos de los pocos textos en que bajo la influencia del reciente viaje se exprese positivamente y aún con admiración de este país.

En l946 Martínez Estrada inicia su larga y fructífera colaboración con la revista Sur, dirigida por Victoria Ocampo, y en esos años publica también dos colecciones de obras de teatro y varias de cuentos y novelas cortas. Roberto Yahni ha de preparar y editar en l975 sus cuentos bajo el título de Cuentos completos. Sus obra narrativa, como muchos de sus ensayos, se basa en dilemas que no admiten solución. La influencia de Kafka es innegable.

En l949 se radica en Bahía Blanca, en la casa de la Avenida Alem, hoy sede de la Fundación Ezequiel Martínez Estrada. Con la caída del peronismo en l956 se reintegra a la docencia con carácter interino en el Colegio Nacional de La Plata y, al año siguiente, es nombrado profesor extraordinario en la Universidad Nacional del Sur, en Bahía Blanca.

Estos son también los años que dedica a sus trabajos biográfico-literarios —el Sarmiento arriba mencionado, Nietzsche (l947), El mundo maravilloso de Guillermo Enrique Hudson (l951), El hermano Quiroga (l957), y Heraldos de la verdad (l948), texto que contiene estudios sobre Montaigne, Nietzsche y Balzac—, los que en gran medida son esa autobiografía que Martínez Estrada nunca escribió. Con Sarmiento comparte las categorías de “civilización” y “barbarie”, aunque subvierta su valor y muestre el fracaso del proyecto civilizador sarmientino. Guillermo Enrique Hudson le posibilita el regreso al “paraíso perdido” y su acercamiento a una vida en armonía con el contorno natural. Horacio Quiroga, ese hermano mayor cuya amistad lo lleva a encontrarse consigo mismo, le abre los ojos a la mediocridad, las desigualdades, las injusticias y a los efectos deshumanizantes de la civilización tecnológica. Sarmiento y Martí, a este último dedicará tres volúmenes (dos de los cuales se han publicado póstumamente en México y Cuba), representan al hombre no sólo como intérprete y crítico de la realidad sino como “agente” del proceso histórico, papel que Martínez Estrada secretamente añora pero nunca logra actualizar. Con ambos también comparte el oficio de escribir, la fidelidad a la propia vocación, la incomprensión por parte de ciertos sectores de la crítica, y la amarga experiencia del destierro dentro y fuera de su país.

Tanto en sus libros biográfico-literarios como en ensayos más breves que dedica a figuras como Kafka, Heine, Simone Weil, Dostoievski, Tolstoi, entre otros, Martínez Estrada asume el discurso del otro como propio y se identifica profundamente con sus héroes y mentores. En este juego de descubrir y proyectar, él busca corroborar y legitimar su propia lectura, su propia visión de la realidad y la vida.

Ya se ha mencionado la relación ambivalente y simbiótica que ha de mantener con su país a lo largo de la vida. Precisamente durante los años del peronismo, Martínez Estrada sufre una enfermedad de la piel que los médicos diagnosticaron de “neurodermitis melánica”, enfermedad de tipo psicosomático. Así como el peronismo es la enfermedad que padece la Argentina, la suya, aunque la califique de menos grave, lo ha de tener postrado casi cinco años (entre l951 y l955), y deambulando de hospital en hospital.

Liberado de su enfermedad después de la caída del peronismo en l955, Martínez Estrada procura influir en políticos y educadores, en críticos y escritores, en los jóvenes y en la sociedad en general ofreciendo consejos, prédicas, críticas y ataques, que él ha de llamar “sus catilinarias”. Cuadrante del pampero (l956), ¿Qué es esto? (l956), Exhortaciones (l957) y Las 40 (l957) son algunos de los textos representativos de esta época.

A críticos como Adolfo Prieto, por ejemplo, les sorprende que Martínez Estrada no comprenda que su obra de denuncia no reciba el asentimiento general. Su resolución de abandonar el país se debe tanto a causas de orden externo, tales como razones de tipo económico y la incomprensión por parte de la crítica, como a causas de orden interno o psicológico —dudas con respecto a la efectividad de su labor al sentir que su prédica cae en el vacío. Juan José Sebrelli y César Fernández Moreno le dan importancia al cuento “No me olvides”, de La tos y otros entretenimientos (l957). Lo consideran en gran medida autobiográfico y un claro ejemplo de su implacable autocrítica, la que en este caso se refleja en la figura de un escritor, Eduardo Martínez, a quien se le ha retirado el aprecio y nadie lee ni escucha. Nótese el juego de palabras: Eduardo Martínez/ Martínez Estrada.

Irse, entonces, es tanto una respuesta vital a sus críticos como un modo de continuar su trayectoria de lucha en un ambiente que promete ser solidario. Es así que a mediados de l959 sale con destino a Chile para dictar un ciclo de conferencias. Pasa luego a Viena para asistir al Congreso de la Paz, lugar donde conoce a Nicolás Guillén, poeta cubano al que ha de dedicar su libro La poesía afrocubana de Nicolás Guillén (l966). En septiembre de ese año se traslada a México a invitación del Fondo de Cultura Económica, país en el permanece por un año contratado por el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de México. Fruto de este año de trabajo es su largo ensayo titulado Diferencias y semejanzas entre los países de América Latina (l962), libro escrito desde una perspectiva continental en el que, pese a lo desmesurado y contradictorio de algunas de sus secciones, establece una vinculación orgánica entre Latinoamérica y los otros países subdesarrollados de Asia y África. En este libro son evidentes su toma de posición a favor de Cuba y sus ataques al imperialismo internacional.

En febrero y marzo de l960 hace una breve visita a Cuba con motivo de recibir el premio Casa de las Américas por su ensayo Análisis funcional de la cultura (l960), y el 26 de septiembre del mismo año regresa a Cuba como director del Centro de Estudios Latinoamericano de Casa de las Américas, donde permanece trabajando hasta noviembre de l962.

La vida y obra de Martínez Estrada quedarían incompletas sin esta última etapa, los trabajos que realiza en Cuba y su acercamiento a la revolución cubana. Su labor educadora, es decir, su deseo de incidir sobre la realidad y transformarla despertando en hombres y mujeres la conciencia de los valores y el ansia de realizarlos se revitaliza desde esta nueva perspectiva.

Durante su estadía en Cuba, Martínez Estrada tiene numerosas ocupaciones, tales como organizar seminarios de investigación, dar conferencias y, sobre todo, estudiar la obra y vida de José Martí. Resultado de estas investigaciones son sus libros Martí revolucionario, publicado por Casa de las Américas en l967, y Martí: el héroe y su acción revolucionaria, publicado en México en l966. Hay un tercer libro sobre Martí titulado “La doctrina, el apóstol,” que aún no ha sido publicado. Según Martínez Estrada, en Cuba también habría editado dos volúmenes de discursos de Fidel Castro, los cuales tampoco se han publicado. Escribió además numerosos trabajos breves, algunos de los cuales se inclinan fuertemente a lo propagandístico y panfletario, que han quedado incluidos en Cuba y al servicio de la revolución cubana, (La Habana en l963). Dentro de la misma tónica está su mordaz crítica a los Estados Unidos titulada El verdadero cuento del tío Sam (La Habana, l963), con textos en español, inglés y francés, e ilustraciones de Siné. Además del libro ya mencionado sobre la poesía de Nicolás Guillén, Martínez Estrada escribe un largo ensayo titulado “El nuevo mundo, la isla de Utopía y la isla de Cuba”, que se publica en Cuadernos americanos (México, mar.- abr. 1963). El propósito de Martínez Estrada, no obstante la rigurosa estructuración del texto y el cuidado con que presenta su tesis y adjunta pruebas, sobrepasa en intención los límites de lo estrictamente académico y erudito. Según este autor, hay un “destino manifiesto” que enlaza a los taínos cubanos con los “amaurotos” de la Utopía de Tomás Moro, con la Cuba ideal de José Martí y con el propósito de Fidel Castro en el siglo XX.

Que la revolución cubana y José Martí coincidan en este momento de la vida de Martínez Estrada no es arbitrario. En Cuba es testigo de los primeros pasos de una revolución que se le ofrece como “posible”, y su encuentro con la figura de Martí representa el final de un largo proceso de búsqueda del paradigma humano. Se trata, además, de un momento psicológicamente importante para entender el desarrollo emocional e ideológico de este escritor. Su posición en Cuba no es la del inconforme porque allí se siente en armonía con el medio, rejuvenecido a pesar de sus 65 años, y con fuerzas para seguir trabajando.

De Cuba, Martínez Estrada sale por diversos motivos entre los que se encuentran la necesidad de solucionar asuntos de orden económico que se han complicado con su ausencia, y sus problemas de salud. Su contrato con Casa de las Américas ha terminado así como su labor de investigación sobre la figura de José Martí. Por lo demás, parece que en Cuba se lo ha estimulado a salir de la isla porque se cree que puede ser más útil a la revolución desde fuera que desde dentro. Hay que recordar que a principios de l962 Cuba es expulsada de la O. E. A., y que la salida de Martínez Estrada coincide con la “crisis de octubre” y el bloqueo a la isla.

Por México, retorna a la Argentina el 21 de noviembre de l962. Una vez en su país e instalado en Bahía Blanca, Martínez Estrada retoma su posición periférica. El permanente estado de crisis social y política de la Argentina le confirma su opinión de que la situación del país no ha variado en 136 años, es decir, desde las guerras civiles del s. XIX y la subsiguiente dictadura de Juan Manuel de Rosas. Por lo demás, ya había vaticinado en l955 que habría “preperonismo, peronismo y postperonismo’ por unos cien años más. El retorno de Perón en l973, su muerte al año siguiente, el caótico gobierno de Isabel Perón, el golpe militar de l976 y los años de la llamada “guerra sucia”, la desastrosa guerra de Malvinas en l982, los años de hiperinflación e inestabilidad del gobierno radical, la vuelta del Partido Justicialista con Carlos Menem, la actual crisis económica y política (2001 y ...?) y el alto nivel de corrupción que vive el país, parecen darle la razón a Martínez Estrada.

A juicio de algunos críticos sus últimos años estarían llenos de amarguras y desilusiones. Sin embargo, son tambien años de intensa actividad. En su casa de Bahía Blanca termina sus libros sobre José Martí, algunas de cuyas páginas le han de costar lágrimas, según le escribe a su amigo cubano Samuel Feijoo. Prepara también la edición de Realidad y fantasía en Balzac, obra que se publica en l964, y escribe los últimos poemas que la revista Sur dará a conocer —sus “Tres poemas del anochecer”. Arnaldo Orfila Reynal, del Fondo de Cultura Económica en México, lo convence de que seleccione y ordene los textos para la Antología, cuyo “Prólogo inútil” debe haber sido lo último que Don Ezequiel habría de escribir.

Ezequiel Martínez Estrada es un hombre difícil de conformar porque sus estrictos estándares éticos conllevan paralelas exigencias. En contra de Cuba y la revolución cubana no se pronuncia nunca en forma directa. Al contrario, con insistencia habla de un próximo viaje que por sus problemas de salud se va posponiendo y, al final, no se realiza. Sin embargo, en cartas y conversaciones con amigos y colegas de Argentina, México y Cuba, se ha de quejar de que de Casa de las Américas nadie le informe sobre asuntos relacionados a sus trabajos ni le hagan llegar los libros y artículos que se van publicando. Será con respecto Martí, particularmente en una carta que le dirige a Feijoo estando todavía en Cuba, y otra que le dirige a su amigo Carlos Adam en l963, que sus palabras adquieran un tono apasionado al indicar sus profundas disidencias con otros estudiosos martianos. El hecho de que sus recopilaciones sobre los discursos de Fidel Castro siguieran arrumbadas y el que uno de sus amigos fuera detenido por sospechoso al producirse la invasión de Playa Girón en abril de l961, episodio que mencionan Manuel Pedro González y el crítico estadounidense Peter G. Earle, motivan que Martínez Estrada se exprese, en ocasiones, con desencanto.

Ezequiel Martínez Estrada fallece en Bahía Blanca el 4 de noviembre de l964, a las 0 horas. Sus restos yacen en el cementerio de la ciudad de Bahía Blanca.

Póstumamente se han publicado varias colecciones de cuentos y ensayos tales como Cuatro Novelas (l968), Cuentos completos, edición ya mencionada, En torno a Kafka y otros ensayos (l967), Para una revisión de las letras argentinas (l967) y Leer y escribir (l969), compilaciones de Enrique Espinosa, su ensayo y testimonio titulado Leopoldo Lugones: retrato sin retocar (l968), Meditaciones sarmientinas (l968), Poesía de Ezequiel Martínez Estrada (l966), y dos textos arriba mencionados: el libro que le dedica a Nicolás Guillén y Panorama de los Estados Unidos. La Dra. Nidia Burgos, presidenta de la Fundación Ezequiel Martínez Estrada y profesora de la Universidad Nacional del Sur, está trabajando en un volumen que reúne la correspondencia que durante años mantuvieron Martínez Estrada y Victoria Ocampo, y también sobre las cartas que él y su esposa intercambiaron desde el noviazgo.

En el “Prólogo inútil” a la Antología, pide que su obra se lea y juzgue como “la producción de un artista y un pensador”, un artista de la lengua que se vale del mito y la alegoría allí donde la razón no alcanza, y un pensador, un estudioso de la biografía cultural de los pueblos y de la obra y vida de seres del presente y el pasado que, a su juicio, encarnan el ideal.

Ezequiel Martínez Estrada ha sido un hombre difícil —un individualista, un humanista de viejo cuño, un idealista exigente y romántico— que, ciertamente, está muy poco dispuesto a negociar sus posiciones con quienes considera enemigos de la humanidad. A Martínez Estrada se le podría aplicar la fórmula de José Vasconcelos —“pesimismo de la realidad y optimismo del ideal”— porque su mirada crítica hacia la realidad y la historia humana tiene su fundamento en una perspectiva ética para la cual los valores absolutos y eternos existen.

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