Francisco Salamone D'Anna fue un arquitecto e ingeniero ítaloargentino que, en apenas cuatro años, entre 1936 y 1940, construyó más de 60 edificios en 25 municipios de la Provincia de Buenos Aires.
Francisco Salamone nació el 5 de junio de 1897 en Catania
(Sicilia), uno de los cuatro hijos de un arquitecto 1 Pero otro historiador
ubicó su lugar de nacimiento en Buenos Aires. Pero su lugar de nacimiento era
en el pueblo de Leonforte, en Catania. Esta hipótesis fue confirmada por una
investigación anagráfica llevada a cabo por Luciano Martín Ippolito quién
confirmó mediante el acta de nacimiento obtenida en pueblo de Leonforte,
provincia de Enna, Sicilia, el nacimiento de Francesco Salamone el 5 de junio
de 1897. Fue hijo de Salvatore Salamone y Antonia D'anna.
Después de egresar del Colegio Otto Krause de Buenos
Aires decidió seguir los pasos de su padre en el oficio de la construcción.
Inició sus estudios en Universidad Nacional de La Plata y los finalizó en la
Universidad de Córdoba. En 1917 egresó con el título de arquitecto e ingeniero.
Intentó hacer carrera política, postulándose como
candidato a senador provincial por la Unión Cívica Radical, sin mayor éxito. Se
casó con Adolfina Vlieghe de Croft, de ascendencia austríaca, con quien tuvo
cuatro hijos: Ricardo, Roberto, Ana María y Stella Maris.
Los primeros trabajos de Salamone como arquitecto e
ingeniero comenzaron en la década de 1930 en la provincia de Córdoba.
Entre otros lugares de la provincia trabajó en Villa
María haciendo allí una obra de pavimentación, un matadero, parque del
cementerio, algunas plazas (como la denominada Centenario). Todas estas obras
fueron realizadas en una intendencia a la que se le endilgaron hechos de
corrupción. Salamone se fue de la ciudad sin terminar algunos de sus trabajos
(por ejemplo el matadero, que tuvo varias deficiencias), en tanto que obras
como el asfaltado de calles no resistió los primeros embates del clima.
Luego se fue a trabajar a la provincia de Buenos Aires.
Allí, con el comienzo de la modernización de la obra pública de los municipios
del interior. Salamone tenía una gran amistad con el gobernador provincial, el
conservador Manuel Fresco, del Partido Demócrata Nacional. Éste le encomendó a
Salamone la tarea de edificar distintos edificios públicos en la pampa húmeda,
dándole carta blanca para sus proyectos. La idea fue fomentar el crecimiento de
los pequeños pueblos y ciudades del interior. Salamone llegó a construir más de
60 grandes obras en pocos años, y otras tantas obras menores.
La obra de Salamone tuvo el claro objetivo de lograr una
arquitectura para un estado fuerte y presente hacerse presente en los momentos
importantes de la vida de los bonaerenses. Su característica principal es el
monumentalismo, estilo muy en boga en la década de 1930. La espectacularidad de
sus construcciones llegaban a elevarse a unos treinta metros, en comparación
con el entorno urbanístico que las rodeaba, el que generalmente no superaba los
cinco metros de altura. La arquitectura de Salamone nada tenía que ver con el
contexto en que erigió sus edificios por lo que tuvo un fuerte impacto en el
urbanismo provincial.
La Municipalidad de Rauch.
Su trabajo se caracterizó por tres tipos de
construcciones principales: municipalidades, portales de cementerios y
mataderos. También realizó plazas, pórticos, mobiliario urbano y de interior de
los palacios municipales, veredas y luminarias para mantener la coherencia de
su estilo monumental.
Los palacios municipales, cuyas características
principales son el monumentalismo y las torres que simbolizan la avanzada de la
civilización sobre la barbarie o el desierto. Sobresalen como originales y
emblemáticos los Palacios Municipales de Carhué, Guaminí, Pellegrini, Rauch,
Tornquist, Puán, Alberti, Laprida, Adolfo Gonzales Chaves, Vedia y Coronel
Pringles. El Palacio Municipal de Carhué, su obra municipal más importante, fue
inaugurado el 3 de diciembre de 1938, que combina tres estilos elegantemente:
art decó, futurismo italiano y funcionalismo inspirado en el Escuela de la
Bauhaus, fue declarado “Monumento Arquitectónico Municipal”.
El cementerio de Azul.
Los cementerios se caracterizan también por su
monumentalidad y enormes portales que simbolizan el cuerpo humano
reintegrándose a la tierra. Suelen ser obras integrales y no solo pórticos. Son
especialmente impactantes los que edificó en las ciudades de Azul, con el
Arcángel San Gabriel representado como un gran Ángel de la Muerte custodiando
la entrada y la gigantesca sigla RIP realizados en cemento, y Saldungaray,
donde aparece el Cristo crucificado en un frente circular.
El matadero de Guaminí.
Los mataderos fueron obras funcionales en su
representación arquitectónica. Uno de los principales exponentes es el de
Coronel Pringles, cuya torre simboliza la hoja de una cuchilla.
Cuando terminó la administración del gobernador Fresco,
en 1940, Salamone se trasladó con su familia a la Capital Federal, donde
dirigió múltiples obras de pavimentación urbana y proyectó solo 2 edificios de
estilo racionalista.
Los gobiernos posteriores, de distinto signo político, no
continuaron con sus servicios.
Francisco Salamone falleció el 8 de agosto de 1959,
relativamente olvidado, pero dejando una herencia arquitectónica monumental en
la pampa argentina. Sus restos descansan en el cementerio Jardín de Paz.
Luego de muchos años la obra del arquitecto Salamone
actualmente se ve nuevamente reconsiderada, valorizada y citada por parte de la
prensa especializada, estudios de arquitectura, urbanismo e ingeniería. También
varias muestras de fotografía se encuentran ocupadas en preservar su labor.
Ello lleva a que los municipios aprecien nuevamente su trabajo lo que invita a
que en plan turístico la gente se acerque a conocerlo.
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