Baldomero Fernández Moreno (San Telmo, Buenos Aires, Argentina, 1886 − 1950) fue un poeta argentino y médico rural, académico de número de la Academia Argentina de Letras. Su poesía, universal y hondamente nacional al mismo tiempo, ha inmortalizado la estética de los barrios porteños y la cálida placidez de las provincias y sus características rurales.
Su soneto más recordado es «Setenta balcones y ninguna flor». Cabe mencionar también «Una estrella», «El poeta y la calle», «Soneto de tus vísceras» y «La vaca muerta», o sus libros de poemas Versos de Negrita, Intermedio provinciano y Ciudad.
Baldomero Eugenio Otto Fernández Moreno nació el 15 de noviembre de 1886 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, primogénito del comerciante Baldomero Fernández, natural de Bárcena de Cícero, Cantabria, y de Amelia Moreno, de Bocígano, Guadalajara.
En 1892 partió con su familia a Bárcena de Cícero. En 1897 su padre regresó a Buenos Aires y entre 1898 y 1899 vivió en Madrid en casa de unos tíos.
Partió con su familia de Barcelona rumbo a Buenos Aires en el Cataluña, reuniéndose en Montevideo con su padre y su tío el médico cirujano Avelino Gutiérrez, Profesor Titular de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y Director del Hospital Español de Buenos Aires.
Tras cursar los primeros dos años de estudios secundarios en el Liceo Ibérico Platense, en 1902 pasó al Colegio Nacional de Buenos Aires (momentáneamente llamado Colegio Nacional Central), donde los terminaría, y al que le dedicaría años más tarde la Elegía al Colegio Nacional Central. En esos años escribió sus primeros poemas. Influenciado por Avelino Gutiérrez y el médico español José María Carrera, en 1904, con 17 años de edad, ingresó a la Facultad de Medicina.
En 1906 efectuó prácticas en la Asistencia Pública de La Plata (Buenos Aires) y entre 1910 y 1914 en el Hospital Español. En esos años publicó algunos versos en El Diario Español. En 1912 se doctoró con su tesis Tratamiento de las Fístulas y Artritis Tuberculosas por la Pasta de Sub-Nitrato de Bismuto, apadrinada por el doctor Ángel Gutiérrez, Jefe del Servicio de Ginecología y Cirugía General de Mujeres del Hospital Español, y dedicada a su familia, al Director del Hospital Español José Badía y a Avelino Gutiérrez.
Ese mismo año se instaló para ejercer en la ciudad de Chascomús (Buenos Aires). En octubre visitó la ciudad el poeta Belisario Roldán quien lo recomendó al médico Fernando Álvarez, hermano de José Sixto Álvarez (alias Fray Mocho), el director de la revista Caras y Caretas, pero las poesías que envió no fueron publicadas. Dos años después se trasladó a Catriló (La Pampa).
Luego de unos meses regresó a Buenos Aires. Allí continuó escribiendo y ejerciendo como médico en el barrio de Floresta. En 1915 publicó con la ayuda de su amigo Nicanor Newton su primer libro, Las iniciales del misal, dedicado a Rubén Darío. Un año después publicó Intermedio provinciano y Ciudad y en 1917 se instaló brevemente en Huanguelén, Partido de Coronel Suárez (Buenos Aires).
En enero de 1919 se casó con Dalmira del Carmen López de Osornio, Negrita, oriunda de Chascomús, y el 26 de noviembre nació su primer hijo, César, que inspiraría su libro El hijo. En 1920 regresó a Buenos Aires y trabajó en el Servicio de Dermatología del Hospital Español, dirigido por el doctor Pedro Baliña, pero en 1924, a los 38 años y tras 20 años en la profesión abandona la práctica de la medicina para dedicarse a la poesía. En 1926 nació su hija Dalmira, que moriría al año.
En noviembre de 1928 integró la primer Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Escritores. Continuó escribiendo y trabajando como profesor de literatura en el Colegio Nacional Mariano Moreno y de historia en la Escuela Nacional de Comercio n.° 4. En 1936 publicó el Romance a mis chapas de médico.
A los diez años muere Ariel, su tercer hijo (1937) por difteria, lo que lo sume en una depresión, que se refleja en su libro Penumbra, publicado ese mismo año. En 1938 obtuvo el Premio Nacional de Poesía por sus Dos poemas, Romances y Seguidillas.
Tuvo dos hijos más, Manrique y Clara, y el 30 de mayo de 1945 nació su primera nieta, Marcela (hija de César), que inspiraría su Libro de Marcela (1946). De todas maneras la depresión no lo había abandonado: entre 1942 y 1946 había concurrido a una clínica psiquiátrica de Floresta, permaneciendo internado algún tiempo, pero su cuadro empeoró. En 1949 tuvo un accidente cerebrovascular y un segundo el 7 de julio de 1950 que le ocasionó la muerte, en su casa de Francisco Bilbao 2384, barrio de Flores. Fue sepultado en el cementerio de Chascomús. Llevan su nombre: una calle de Buenos Aires, la Escuela de Comercio Nro. 4, una de las estaciones del ferrocarril Urquiza, y, como dato pintoresco o turístico, uno de sus sonetos está inscripto en la cara sur del Obelisco.
Los Amantes
Ved en sombras el cuarto, y en el lecho
desnudos, sonrosados, rozagantes,
el nudo vivo de los dos amantes
boca con boca y pecho contra pecho.
Se hace más apretado el nudo estrecho,
bailotean los dedos delirantes,
suspéndese el aliento unos instantes...
y he aquí el nudo sexual deshecho.
Un desorden de sábanas y almohadas,
dos pálidas cabezas despeinadas,
una suelta palabra indiferente,
un poco de hambre, un poco de tristeza,
un infantil deseo de pureza
y un vago olor cualquiera en el ambiente.
SETENTA BALCONES Y NINGUNA FLOR
Setenta balcones hay en esta casa,
setenta balcones y ninguna flor.
¿A sus habitantes, Señor, qué les pasa?
¿Odian el perfume, odian el color?
La piedra desnuda de tristeza
¡dan una tristeza los negros balcones!
¿No hay en esta casa una niña novia?
¿No hay algún poeta lleno de ilusiones?
¿Ninguno desea ver tras los cristales
una diminuta copia de jardín?
¿En la piedra blanca trepar los rosales,
en los hierros negros abrirse un jazmín?
Si no aman las plantas no amarán el ave,
no sabrán de música, de rimas, de amor.
Nunca se oirá un beso, jamás se oirá un clave...
¡Setenta balcones y ninguna flor!
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